septiembre 20, 2024

Clodomira – Santiago del Estero

Corrupción colonial, la vergonzosa fuga del virrey Sobremonte


La primera expedición británica al Río de la Plata contó como columna vertebral al Regimiento 71, en una cantidad que oscilaba entre los 1.600 y 1.800 hombres. Todos ellos fueron transportados en varias naves artilladas: las fragatas Diadema y Raisonable de 64 cañones; la fragata Diomedes, de 50 cañones;

tres corbetas -Leda, Narcisus y Encounter- y otro pequeño grupo de transportes marítimos bajo la conducción de sir Home Popham. Su segundo en el mando era el brigadier Guillermo Carl Beresford. Ambos hombres de probados servicios a “su graciosa Majestad”.

Buenos Aires no tenía mucho con qué defenderse, salvo las fuerzas del virrey Sobremonte, quien no parecía gozar de demasiadas aptitudes para la defensa.

Retratado como un personaje pintoresco y soberbio, Sobremonte no supo evaluar el peligro en ciernes y descartó incluso alguna oportunidad temprana de auxilio.

El historiador Isaac Pearson señala: “A pesar de que las escuadras inglesas habían hecho algunos avances sobre puertos americanos, el marqués de Sobremonte informó a S.M. que era inútil la costosa remisión de aquellos regimientos, cuando reunía él en Buenos Aires 30 mil hombres de milicias disciplinadas. Los tres regimientos quedaron por esta razón listos para partir en la Coruña…”. (1)

Representación de la primera invasión inglesa en 1806 y de la reconquista de Buenos Aires. / Archivo Clarín Representación de la primera invasión inglesa en 1806 y de la reconquista de Buenos Aires. / Archivo Clarín

Como ya no era sensato desechar el envío de tropas, el 22 de enero de 1805 Sobremonte escribió a España:

“Puedo asegurar a V.E. que en desempeño del más fiel y esmerado de mis deberes, por el mejor servicio de S.M. y por las honras que debo a su soberana clemencia, quedo practicando cuantos esfuerzos me son posibles para la defensa de estos puertos y costas, aunque con el desconsuelo consiguiente a la insuficiencia de fuerzas con que me hallo, pues para los principales de Buenos Aires, Montevideo y la campaña oriental limítrofe a los Dominios de Portugal apenas puedo contar con mil hombres de tropa veterana y cien artilleros…”. (2)

La huida del virrey

Como es sabido, cuando los ingleses llegaron el virrey Sobremonte solo atinó a huir con el tesoro del virreinato.

El nuevo gobernante de Buenos Aires, William Carr Beresford, convocó a los hombres más poderosos de la ciudad y les dijo que si el virrey con su tesoro no aparecía, ellos deberían reunir una suma semejante a la que portaba el marqués. No pasaron cinco minutos cuando le dieron la ubicación del virrey y algunos se ofrecieron a acompañar a las tropas británicas para capturar el huidizo gobernante.

Sobremonte fue interceptado, los invasores ingleses se alzaron con el millonario botín y lo remitieron inmediatamente a Londres.

Pocas definiciones le caben tan acertadamente a Sobremonte como las dadas por el Deán Funes: “Semejante a un hombre que se ahoga, solo hizo esfuerzos para agarrarse de la rama que pudiese salvarlo con todo aquello que más amaba; es decir, su familia, sus bienes, sus doblones y el ceremonial de los Virreyes”. (3)

Mariano Moreno narró su experiencia durante las invasiones inglesas. / Archivo ClarínMariano Moreno narró su experiencia durante las invasiones inglesas. / Archivo Clarín

Mariano Moreno escribirá recordando el ingreso del invasor, tras la huida del virrey: “Yo he visto en la plaza llorar muchos hombres por la infamia con que se les entregaba; y yo mismo he llorado cuando a las tres de la tarde del 27 de junio de 1806 vi entrar 1.560 hombres ingleses, que apoderados de mi Patria se alojaron en el fuerte y demás cuarteles de esta ciudad”.

El pueblo de Buenos Aires terminaría echando a los invasores tras poco más de 40 días de ocupación.

La reconquista operó como una inyección de coraje para los criollos que comenzaron a pensar que estaban en condiciones de terminar con la opresión previa, la española. Pero esa es otra historia.

1. Pearson, Isaac, Las invasiones inglesas, Buenos Aires, 1901, p. 9. / 2. Ibid, p. 10. / 3. Citado en Pearson, Isaac, op. cit., p. 75.



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