La Susana que está echada en el sillón de su casa, a cara lavada y mostrando cómo tiene los pies “después de años de vivir trepada a unos tacos así de altos”, es la misma que la de las fotos producidas de esta nota, la misma que hace unas horas iluminó los Martín Fierro sin siquiera estar nominada, la misma que en unos días volverá a la televisión tras cinco años de ausencia (al margen de algunos especiales). Es la misma, pero, en la intimidad, siempre es un poquito más Susana.
No es de las figuras que se hacen esperar, ni de las que bajan la escalera como si pisara los escalones del Tabarís. “Está rodilla me está matando”, se la escucha decir mientras deja su dormitorio, en el primer piso de su casa de Barrio Parque -con más aroma a hogar que a casa para ostentar-, rumbo al living. Ahí está preparado el café, la cafetera metálica tiene manija protegida con tela “para que nadie se queme”, las tacitas son como joyitas de otra época, todo está listo para un ida y vuelta sin testigos. Pregunta por las masitas que llegarán en un rato y que ella no probará.
Buena anfitriona, sabe generar clima de charla y sabe acortar distancias. Y cuando el mano a mano estaba a punto caramelo le avisan que la llama su productor por teléfono. “Decile que después lo llamo”. Le insisten para que atienda. “Que después lo llamo… bueno, dale, a ver, pasámelo”. Martes a la tarde, una horas antes del partido de la Selección argentina. “¿Cómo? No entiendo nada, pero ¿qué hacemos ahora? (…) Yo estoy en medio de la nota con Clarín, no podemos no estrenar (…) Bueno, listo, entonces me voy a Punta del Este a ver a mis perros, que los extraño horrores (…) ¿Le habrá pasado esto alguna vez a Brigitte Bardot? Ok, bye, corremos el debut entonces”.
Sirve más café y abre el juego: “Parece que este domingo no podemos empezar porque ese día (Javier) Milei va a dar un discurso en cadena nacional. Y no nos darían los tiempos, porque no se sabe cuánto va a hablar. Esto no está confirmado, pero, bueno, nosotras sigamos con lo nuestro”, propone la conductora de Susana Giménez, el ciclo que iba a empezar este domingo y se pasó para el 22, a las 22, por Telefe.
Apenas corta la conversación con Federico Levrino -el director artístico de contenidos de Telefe, que es quien habló con Presidencia-, se mueve entre la sorpresa y el alivio. Si bien la postergación se oficializó recién el miércoles a la mañana -y Clarín fue el primero en anunciarlo-, ella ya empezó a imaginar su viaje imprevisto a Uruguay.
“Nunca me pasó esto de que haya cadena cuando debuto, pero es la palabra del presi y es prioridad absoluta… no sé qué vamos a hacer con toda la publicidad que hicimos, tanta campaña. Qué se yo, yo me voy una semanita y listo. Amo la paz de mi casa en el campo”, confiesa, desdramatizando el inesperado cambio de planes.
Del token al petit point
Y como si el corrimiento de fecha la hubiera relajado más, enhebra un par de anécdotas susanescas. Va una a cuento de por qué tuvo que cambiar de teléfono hace poco:
“Le hackearon el teléfono a una amiga. Abro el celu a la mañana y veo la cara de Tita Russ (fue mujer de Alberto Olmedo) con una actriz y leo ‘Hola Su, estoy en la ópera’. ‘Pero, ¿qué hacés en el Colón a la 1 y pico de la tarde, a esa hora dan ópera?’. No me contesta. Después me llama, atiendo y no me habla nadie. Claro, el tipo leyó Susana Giménez y habrá querido saber si era yo, si era mi voz. Y enseguida manda: ‘Su, después te explico, pero necesito que me pases tu token’. Yo: ‘¿Qué es un token Tita?, no te entiendo. ¿Qué es lo que necesitás?’. ‘Después te explico, después te explico, mandame el token de seis cifras lo antes que puedas’. ‘Bueno, calmate Tita, la llamo a mi secretaria y se lo pido’. La llamo a Dolores y le digo ‘Dolo, ¿me das mi token, por favor?’. ‘Pero, Su, ¡te están robando! Es la clave bancaria’. Ay, te imaginás. Yo ni sabía que se decía token, estaba en bolas. Ahora que lo sé, minga! Lo bloqueé y cambié de teléfono. Más ingenua no se consigue”.
Entre otras cosas, es graciosa Susana. Sabe reírse de sí misma si es necesario. Y sabe ponerse seria, como cuando comparte su charla con Arturo Puig, al día siguiente de la muerte de Selva Alemán, la semana pasada.
“He ido a comer mil veces con ellos, siempre estaban juntos. Yo le decía ‘Te devuelvo a tu marido, que es mío hace 6 años’, porque estuvimos 3 años haciendo La mujer del año, 3 años haciendo Sugar, y dos años me dirigió en Piel de judas. Cuando me enteré lo de Selva casi me muero. Le pedí a Gustavo (Yankelevich), que estaba con él, que le dijera que lo amo con toda mi alma. Al otro día lo llamé y no lo quería hacer llorar, por eso le recalqué la importancia de la cantidad de años que se tuvieron el uno al otro», comparte.
«Le dije: ‘He vivido mucho con ustedes y sé que fuiste un privilegiado. Tuviste a tu lado 50 años al amor de tu vida, ¿entendés lo que es eso?’. Me dijo que ella era la que unía la familia, como una matriarca. Bueno, como pasaba con nosotros: mamá era la que unía a unos con otros. Y desde que se fue no tengo ni idea en qué está cada uno. Tengo primos, pero no sé ni dónde están. La que tengo es la familia chiquitita, Mecha y los dos chicos. Y somos felices. Estoy contenta con la vida que tengo”.
-Después de cinco años de ausencia y una vida intensa, ¿estás con ganas de volver a la tele?
-No me muero de ganas, pero tengo que volver.
-Porque la gente me lo pide, porque veo la televisión y necesita un poco de alegría, que no sean todas críticas, polémicas, se necesita buena onda. Las cosas de premios, además, funcionan muy bien, ¿viste?
-A esta altura de la vida, ¿no estás cansada?
-Yo me siento como una mina de 30 (en enero celebró los 80 con una mega fiesta, pero no le entusiasma explayarse en la edad), me cuido mucho, soy muy vital. Estuve cuatro años viajando, grabando programas en México, haciendo publicidades, todo muy relajado. A mí me mata esta cosa del vértigo del laburo, de grabás mañana, grabás pasado, hoy te toca Clarín, mañana tal otro, la prueba de ropa, una cosa, otra, muy desgastante después de laburar desde muy jovencita…
-Vuelvo porque me gusta lo que hago y porque le debo a la gente como una despedida… o no. Es un acto de gratitud al público, que me dio todo. Se acerca alguien y me dice ‘Yo te veía con mi abuela al mediodía’, o ‘Mi vieja atendía a las 7 el teléfono y decía Hola Susana y teníamos que aclararle que empezabas recién a las 8’, cosas así. La gente me abrió las puertas de su casa, sé que me espera, no estaría bien no volver. Me emociona. Pero confieso que es un trajín”.
-¿Lo vivís como un esfuerzo?
-Es un esfuerzo, pero lo vale. Lo que pasa es que me tira más una vida al aire libre, sin relojes… Hago gimnasia, hago cosas que me gustan, como leer o hacer petit point.
-Estoy como vos con el token. ¿Qué sería el petit point?
-Es el bordado de almohadones. Me divierte hacerlo.
-¿Te da miedo este rating tan bajo de la tele en general?
-Miedo no. Ya está aceptado. No espero tener, en vez de 16, ponele, los 26 puntos o las cifras enormes que hacía antes. Eso ya no existe. No hay ficción, faltan varias figuras, aunque ha aparecido bastante gente nueva en estos años.
-¿Quién te gusta de los nuevos?
-Varios. Migue Granados es muy gracioso, pero no es de los nuevos. Le va bárbaro con Olga. Está en el medio hace mucho, pero en estos últimos años la está rompiendo. Me hace reír mucho.
-¿Qué hay de cierto en el rumor de que vas a tener un programa en el streaming?
-Nada de cierto, una locura. Ni sé cómo se labura en un streaming. Telefe va a tener uno para acompañar mi programa, creo, pero no entiendo mucho de eso.
Extrañando a Gasalla: «No habrá ninguno como él»
El Susana Giménez del 2024 irá una vez por semana y será similar a los anteriores, con living y juegos y este año se suma el desafío por los 100 millones de pesos. Y la noche del debut se verá un sketch poblado de figuras de todos los ámbitos (incluidos varios jugadores de la Selección nacional de fútbol): “Hago de nuevo de Susy Garipeti, que se quedó viuda, tiene que salir a trabajar y va a ofrecerse de masajista con todo el mundo”.
-Ahí participa Caro Pardíaco (el personaje de Julián Kartun en Olga). ¿Es verdad que también va a ocupar el espacio fijo de humor que tenía Gasalla?
-Pero no, no sé de dónde salió eso. A Antonio no hay nadie que lo reemplace. Gasalla es un monstruo sagrado, no habrá ninguno como él, hicimos 17 años un sketch sin libro. Caro es un personaje divertido y capaz vaya algún día al programa. Ahora me toca estar sin (Emilio) Disi, que era mi compañero del alma (murió en 2018), y sin Antonio (está en delicado estado de salud), que era el genio máximo.
Con un pie en la alfombra y sin probar bocado para cumplir con la dieta intermitente que le permitió bajar 8 kilos, cuenta que “lo que más me llamó la atención de este tiempo es la cantidad de cantantes que aparecen por todos lados. En el primer programa voy a tener a María Becerra, que llenó dos River, y tiene una extensísima gira por el mundo”.
-¿Conocés algún tema de ella?
-No conocía, la verdad. Pero ahora la pongo en Spotify, y me estoy aprendiendo unos cuantos. También hay otra chica divina, que ayer (por el lunes) se levantó de su mesa en los Martín Fierro y me dijo cosas hermosas, ‘Gracias por inspirarme, te admiro desde que era chica’. Se llama La Joaqui (fue jurado de Got Talent), una tierna, muy educadita. Un encanto. Me llevo muy bien con la generación joven.
-¿Y cómo es el vínculo con tus nietos?
-Buenísimo, como con Mecha (su hija). Me llevo bárbaro con los dos, tienen distintas personalidades. Lucía es más parecida a mí, más activa, tiene su negocio y se vuelve loca por viajar, este año se fue a Japón. Y Manuel trabaja en finanzas, es más tranqui, otro estilo.
-Igual te gusta pasar tiempo sola en Punta del Este.
-Sí, porque me llevo bien conmigo, también. Y si ahora se da esto de la postergación (que al día siguiente se confirmó) me voy una semanita y aprovecho a descansar las piernas. Estoy tomando magnesio, que me hace bien, pero pienso en los tacos que usé toda mi vida y me quiero morir. Lo único malo de ese plan solitario es que como no hablo con casi nadie, por ahí quiero decir una palabra y no me sale. Pero no me asusta, porque hago crucigramas con facilidad y porque lo llamé a (Facundo) Manes y me dijo que no me preocupara para nada.
-¿Qué serie estás viendo?
–La promesa, soy fan de las españolas (disponible en Max). Sólo que ésta tiene 400 y pico de capítulos y recién empiezo. Y esta semana grabo una publicidad para Netflix por El juego del calamar. Me divierte hacer publicidades (al aire hay una que protagoniza junto a Damián Betular).
-Dijiste que te despedías del teatro con «Piel de judas». ¿Volverías a hacer cine?
-Me despedí del teatro porque hice miles de comedias musicales y eso te consume mucha energía. Y volver al cine, no sé. La Mary (junto a uno de sus ex, Carlos Monzón) es la frutillita de mi postre. Pero hubo una época en la que hice un montón de películas pícaras y fáciles, con Olmedo, con Porcel, con Moria. Eran ágiles y súper entretenidas.
-Eran de las que ahora serían “cancelables” por algunos.
-Por dios, me agota lo de la cancelación. Yo hablo como hablaba antes, obviamente que me cuido un poco más en cámara. Pero mirá si con tu grupo de amigos no vas a poder decir ‘Ché, qué gordito está Fulano’. ¿Estamos todos locos? De golpe todo se puede, ¿menos decir qué gordo está el de al lado? Tampoco me banco el lenguaje inclusivo, hablar con la e me parece una boludez forzada.
«Le creo a Marley, obvio»
-¿Te molestó que te criticaran porque sentaste a Marley a tu mesa de los Martín Fierro, en medio de las denuncias de abuso en su contra?
-Yo lo invité porque es mi amigo, lo quiero muchísimo, he convivido un montonazo en los viajes. Y le creo a Marley, obvio. Y soy de los que están cuando a un amigo le pasa algo. Pienso que cuando la gente necesita plata recurre a las bajezas más grandes, desde robar a extorsionar.
-Para vos ¿esta denuncia es falsa?
-Para mí sí. Es más, entiendo que Marley va a hacer una denuncia penal. Y ahora se van agregando más casos, todos con el mismo abogado, mirá que casualidad. Lo conozco, no de toda la vida, pero sé qué tipo de gente es. No sabés lo buen papá que es. Es incapaz de hacer esto de lo que se lo acusa. Para mí se trata todo de guita, un asco. El tipo necesitaba 40 lucas verdes y se las pidió y ‘si no me las das, listo, preparate’. Le hizo un (y dice algo que suena a) “yantash”.
-Una extorsión. ¿Vos como decís, acaso: chantaje? (en francés es chantage).
Y la ganadora es… La Chiqui Legrand
Horas después de los Martín Fierro, Clarín le propone imaginar los Premios Susana, se engancha, pero le cuesta decidirse en las ternas de actores y programas.
-Y el de mejor conductora ¿a quién se lo darías?
-A la Chiqui, por supuesto. Mirtha es fabulosa. Se le ocurren cosas, sabe repreguntar, dice lo que quiere.
-Vos también decís lo primero que se te cruza. ¿Eso tiene un costo?
-No lo tuve, porque nunca agredí. Digo lo que pienso, pero no para lastimar a nadie o bajar linea.
-Pero muchas de tus frases fueron levantadas para alimentar la grieta.
-Siempre estuve en contra de la grieta y siempre me di cuenta de que los Kirchner quisieron dividir. Esta mujer (por Cristina) nos quiere separar a todos. Está obsesionada con eso.
-¿Cómo ves la gestión de Milei?
-Me gusta. Me parece que está haciendo las cosas muy bien y, por supuesto, está haciendo todo lo que dijo… y es por todo lo que prometió que lo votó la mayoría. Anunció que al principio iba a ser duro, pero necesario. Y que luego iba a empezar a recuperarse el país. Nos merecemos recuperar. Es una nación maravillosa, pero nos robaron todo y lo peor es que no veo a nadie en cana. Tuvimos mucho tiempo de populismo.
-De todos modos, ¿seguís eligiendo la Argentina para vivir?
-Sí, es mi país. Igual voy y vengo permanentemente a Uruguay. En La Mary (su casa de Punta del Este) me esperan mis perros.
-Hubo recambio, ¿no? ¿Cómo se llaman?
-Tengo cinco ahora: Beto, Lola, Rita, Messi y El Negro.
-¿Rita es por tu amada Hayworth, verdad?
Hablamos de Gilda, la película de 1946 disponible en Max, y Susana entrecierra los ojos y canta el tema emblemático del filme, a lo Rita, y cambia la atmósfera. El afuera queda lejos, aunque desde la ventana se vea el jardín florecido de azaleas -donde está enterrado su perro Jazmín- y se espíe la vereda.
Del amor y la infancia
Mira las masitas, pero no las prueba: “Como bien en el desayuno y en la cena, y durante el día estoy a café, té o yogurt. Y me siento más liviana. Ya bajé un talle de ropa».
-¿Estás en plan de seducir?
-Pero no, estoy retirada. Puedo decir ‘Qué tipo divino, lo mataría’, pero no lo mataría. Me siento bien así como estoy, contenta con mi vida, con todo lo que logré.
-En las promociones del programa hay muchas fotos hermosas de cuando eras chiquita. ¿Te reconocés?
-Sí, un montón. Pero esa gordita que pusieron en el clip me pone loca.
-No se dice gordita, Susana…
-Bueno, a esa niñita de talla grande de ahí la sacaría, pero, bueno, también fui ésa. Es que a los bebés de antes se los hacía comer todo el tiempo.
-¿Hiciste el camino que querías?
-No, mucho más largo, más jugoso. Yo quería ser una modelo famosa y ganar plata para comprar un departamento y estar con mi hija tranquila y nada más. No pensé todo esto. Yo creo que si combinás bien el deseo y el trabajo podés llegar lejos. Yo digo ‘Cómo me gustaría, cómo me gustaría’ y también digo ‘Lo voy a lograr, lo voy a lograr’ y pongo manos a la obra.
-¿Con los hombres también usabas esa técnica?
-Sí, es que en general siempre somos las mujeres las que encaramos.
-¿Qué te produjo la noticia de la muerte de Alain Delon (lo conoció en Montecarlo, cuando ella estaba con Monzón)?
-Me partió al medio, me produjo mucha tristeza. Era fascinante, el tipo más lindo que vi en mi vida. Era de una belleza conmovedora. No podías dejar de mirarlo.
Entra en escena Deolinda, la señora que lleva las riendas del ritmo de este hogar desde hace años, ofrece más café, más cosas ricas y se va despacito, como para no molestar. Ve a la dueña de casa en el sillón, relajada, envuelta en un hilván de emociones. De la carcajada por lo desopilante al recuerdo de los que ya no están. De la sonrisa a la nostalgia. La ve como la debe ver seguido. Seguramente es quien más conoce la versión íntima de una mujer con los pies en la alfombra. Ni red ni blue carpet. Alfombra de living de casa.
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